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miércoles, 20 de julio de 2011

::500 DESPENSAS SON LA META::


"Que el Creador bendiga y conserve con mucha salud a la señora Nohelia, ahora nos dijeron que la meta de Los Leones es llegar a repartir 500 despensas por semana": beneficiario.
Don Panchito acudió, como cada miércoles, a recoger su despensa que integrantes del Club de Leones La Sauteña le entregan, dice ser compañero de fila de 299 personas más.
A sus 78 años, le resulta difícil encontrar trabajo, sus piernas y manos ya no quieren responder como él quisiera,
Por eso acude a la plaza Benito Juárez cada miércoles, para recibir de los altruistas Leones de La Sauteña, encabezados por la señora Nohelia Cantú de Millán, este valioso apoyo alimenticio.
LA META SON 500 DESPENSAS
Tocante a la encargada de Aparatos Ortopédicos de esa agrupación, Nohelia Cantú de Millán, indicó ayer, que los apoyos en despensas llegarán a ser 500 por semana. 
"Estuve entregando personalmente fichas para no dejar fuera de la ayuda a adultos mayores que acuden a esta plaza, solo de esta forma, garantizamos que no se queden rezagados y sin recibir el apoyo", dijo en entrevista.
CAMPAÑA OFTALMOLÓGICA EN UN MES
 "Gracias a la solicitud que hemos tenido de gente que requiere de  lentes graduados, para leer y para el sol, estamos programando otra campaña oftalmológica dentro de un mes", detalló.
Cientos de riobravenses recibirán sus anteojos con la graduación debida, en este momento se encuentran recabando las donaciones de lentes para poder extender este beneficio a la población.




BENEFICIO. Cientos de jornaleros, adultos mayores y amas de casa, acuden a recibir su despensa de manos de Los Leones. 


AYUDANDO. La señora Nohelia Cantú de Millán, entregó fichas previamente, para no dejar fuera del beneficio a adultos mayores. 

::LICHI::


      Eliseo Alberto Diego, para su amigos simplemente Lichi, conversa como si estuviera escribiendo, narra las historias más cotidianas como si hiciera literatura. Recuerdo algunas tardes en su casa del Vedado y él contándonos esas anécdotas que no podíamos precisar si eran totalmente inventadas o tenían algún miligramo de realidad. Porque a este grandulón de risa amplia le encanta narrar y narrar. Sus conocidos nos hemos convertido así en las “orejas” receptivas donde él ha probado la ficción que después llevaría a las páginas de sus libros. Nos erigimos, para nuestro infinito placer, en seres sobre los que testear y practicar –una y otra vez– su obra.
De ahí que cuando el gran fabulador de Lichi nos dijo que necesitaba un transplante de riñón, lo primero que pensamos es que se trataba de otro de sus trucos poéticos. Él ya era para ese entonces medio cubano y medio mexicano, medio poeta y medio novelista y ahora –sospechábamos– quería alardear de estar compuesto por la materia orgánica de varias personas. Parecía, vista con suspicacia, la más acabada de sus invenciones. Pero no, no hablaba de un personaje al estilo de los descritos en “Esther en alguna parte” o en “La eternidad por fin comienza un lunes”, sino de sí mismo. Su cuerpo estaba escribiendo, por él la más dramática de sus historias.
Recuerdo que mi esposo Reinaldo le ofreció uno de sus riñones, pero Lichi no quiso creerle o no se permitió dejar al amigo de tantas batallas sin uno de esos órganos. Anoche, nos llegó la noticia de que su cuerpo alberga ahora un fragmento de una adolescente mexicana que murió en un accidente. La solidaridad de una familia, la espera –a veces no tan paciente– del hijo del gran Eliseo y los deseos de sus amigos, se han combinado para empezar a darle un final feliz a esta aventura. Ahora, cuando nos vuelva a embelesar con sus cuentos, irremediablemente tendremos que creerle un poco más. Porque Lichi, el hábil cuentero de nuestras tardes habaneras, ha estado muy cerca de una experiencia que sólo él nos puede narrar.